"El Día del Padre ideal sólo lo imagino junto a mi hijo"
Pocas cosas resultan más difíciles a un padre cariñoso y responsable como tener que dejar a su hijito unas horas para ir a trabajar. Y peor aún cuando debe ausentarse durante varios días enteros por este motivo. Pero esa es la suerte que le ha tocado a Roberto Luis Gómez, un entusiasta joven trabajador minero de 30 años, empleado de la empresa canadiense Barrick, quien atesora cada instante que pasa junto a Facundo, un simpático nene de dos años, y a su esposa María Laura Ochoa. Y así lo puede sentir cualquiera que los visite en su casa del barrio Villa Aberastain III, en el departamento Pocito, donde el calor de hogar es la principal característica.
"El Día del Padre ideal sólo lo imagino junto a mi hijo y mi señora, porque tener que dejarlos me produce una tristeza inmensa, sobre todo por Facu, que es chiquito y me pierdo su crecimiento. Pero lo único que me reconforta es saber que lo hago por su futuro y que él lo entiende. Además, tengo que agradecer que Laura me acompaña y le hace comprender la situación", cuenta Roberto.
Es que el régimen laboral que cumple este papá es de 8 días de trabajo seguidos en la mina y 6 de descanso, también corridos, para volver a empezar con ese ciclo. Y esas horas libres son las más esperadas por ambos, que aprovechan para disfrutarse mutuamente. "Mi hijo es un niño muy especial, simpático, travieso. Cuando estoy en casa quiere solamente que juegue con él e ir a todos lados conmigo", explica con nostalgia el joven padre.
Y eso le sirve a Roberto como una fuerte motivación mientras trabaja en el sector de almacén de insumos en la alta montaña, a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, donde realiza el control de combustibles y lubricantes. Y eso que su rutina no le da un instante como respiro. "Me levanto todos los días a las 6 de la mañana, vamos a desayunar con los compañeros y luego tenemos una reunión de seguridad para poder minimizar los riesgos propios de todos los días allá arriba. Tengo 12 horas de actividad fuerte. Me dedico a controlar y procesar datos y a revisar las cargas de los camiones que nos llegan con lubricantes y reactivos específicos. Una vez que termina el día laboral, a eso de las 19, hago tareas recreativas, como jugar al fútbol o hacer gimnasia. Y después viene la mejor parte, el momento en que me comunico con mi familia y charlo un rato con mi nene", explica.
Al enfrentar un nuevo día, este esforzado hombre también piensa en el otro Roberto, su propio padre. Y sueña con que Facu lo vea a él como al abuelo, a quien valora como "un amigo y un buen ejemplo a seguir también como persona".
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